viernes, 22 de enero de 2016

Carta a mi madre muerta


Querida Mamá:


Hace tiempo que no te escribía. Antes no te llamaba y ahora no te escribo. No te lo creerás, pero me acuerdo mucho de ti. No fui un buen hijo, lo sé, mamá. No fui un buen hijo como tampoco ahora soy un buen padre, ni un buen marido, ni un buen amigo. La mediocridad es mi signo de identidad. Por mucho que me empeño no consigo librarme de ella. La mediocridad es la sombra que me persigue desde que me parieras. Pero, quiero que sepas que lucho cada día por los míos, que luché por ti, de la mejor manera que pude o supe, y que sigo luchando, sin descanso, para ganarle la partida al infortunio que siempre anda al acecho.
Me hubiera encantado que conocieras a nuestra pequeña Ana María, y que la cuidaras y la mimaras como hiciste con Yolanda. Si la vieras mamá: Ana María es preciosa y vivaracha. Su piel es sonrosada. Sus ojos azules y profundos. Si pudieras verla mamá, tu nietecita apenas si ha cumplido cuatro meses y se fija en todo como si tuviera un año. Se te caería la baba. Nos tiene locos a todos, mamá. Te prometo que cuando me entienda le hablaré de ti y le diré a su hermana Yolanda que también lo haga. Le contaremos de tus chistes, de tus bromas, de lo bien que nos cocinabas, y le hablaremos de tu madre, mi abuela Virtudes, que era una mujer de bandera y tenía un corazón que no le cabía en el pecho. 
Te extraño tanto mamá, que me cuesta escribir porque no paro de llorar. Aún así te diré que hace unos días pasé por nuestro Bar Josepe, al que tú le dedicaste media vida, y aún estaba allí. Y sigue llevando el mismo nombre. Y su cocina sigue teniendo la misma ventanita por la que yo te pasaba el café con leche después de que nos lo hubieras pedido veinte veces. Recuerdas mamá cuánto trabajo teníamos. ¡Era una locura!
La vida fue muy injusta contigo. Tenías mucha vida por delante, muchos viajes pendientes, muchos bailes, muchos bingos, muchos libros por leer sentada en tu vieja mecedora. ¡Ay madre!. Mamá, cómo me hubiera gustado ser mejor hijo de lo que fui, con la falta que te hacía. ¿De qué me vale ahora llorar? ¿De qué?
Recuerdo que la mayoría de los libros que te llevaba no te gustaban. Tú eras más de Isabel Allende, y de María Dueñas, y yo te llevaba libros raros que terminaban por cabrearte. Uno de los últimos que te lleve: El viejo y el mar, de Hemingway, me dijiste que te aburrió como a una ostra. Hoy he leído un pequeño relato, del escritor ruso Chéjov, que trata de un niño huérfano que le escribe una carta a su abuelo antes de morir congelado en un portal. Tal vez por eso me ha dado de nuevo por escribirte. Soy tan mediocre, y tan poco original, que he necesitado emocionarme con ese viejo relato para recordar que hacía tiempo que no te dedicaba unas letras. 
A pesar de todo, cada día me consuelo pensando que estás dentro de mí, y de Yolanda, y, ahora también, de nuestra pequeña Ana María. De tu hijo, por desgracia, no sé nada. Tu hija sigue luchando heroicamente contra su enfermedad y sigue tan guapa como siempre. Tus nietas están preciosas. El papá cada día está peor de sus achaques. Y no sé qué más contarte mamá... Tan sólo decirte, una vez más, que extraño las broncas que me echabas cada vez que te llamaba, o cuando iba a visitarte. Aún conservo tu número en la agenda del móvil. Y que te quiero mucho. Ni te imaginas cuánto. Aún no me he atrevido a visitar tu casa. No sé si podría hacerlo. Te quiero, mamá. Aunque ya no estás sigues aquí conmigo.

12 comentarios:

  1. Ayer fui al funeral de la madre de un compañero del cole. Fue una despedida peciosa, pero cuanto mas recordaban a su madre más recordaba yo a la mía...me dió por pensar, supongo que para tranquilizar mi alma, que las dos podían estar juntas ahora...al leer tu relato me gusta pensar en que tal vez también conozcan a tu madre...
    En estas ocasiones me da rabia que mi fe sea tan frágil, me encantaría poder creer de corazón que algún día podremos volver a reunirnos con ellas...
    Un abrazo fuerte fuerte.

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    1. Tal vez, Conchy, cada vez que nos acordamos de los que nos faltan es como si nos reunieramos con ellos. La vida es un mero accidente. Un abrazo.

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  2. Preciosa carta, me he emocionado al leerla. ¡Cuánto se echan de menos las cosas que no le dijimos a la madre cuando ya no está! Saludos.

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    1. Lo que no le dijimos y lo que pudimos hacer por ella y no hicimos...Un saludo, Mara, y gracias por asomarte por este blog.

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  3. Qué carta más emotiva… Es verdad cuantas cosas nos falto por decir a nuestros seres queridos….Quizá por falta de tiempo o porque no nos detuvimos a pensar que la vida es pasajera…..José tu madre desde el cielo le contestará tu carta con una sonrisa de agradecimiento, fuiste buen hijo. Ahora más que nunca llévala en tu corazón, ella siempre estará en tu vida!!

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    1. Siempre, siempre Cecilia, como una madre no hay nada. Un fuerte abrazo, amiga.

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  4. Tu madre seguro que le han llegado tus letras,así como el amor que crees ,creemos que es poco,cuando es tarde. Sabes mi hija me dice te quiero,mi marido también, pero el te quiero de mi madre,ese no tiene comparación. Y yo..yo así le respondo...en vez de decirle te quiero mama. Cuanto no decimos y sin saber por que.
    Los ojos de Ana MARIA son el testigo que desde el cielo,tu madre la cuida.
    Besitos muchos,me has hecho llorar.

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    1. De hecho, Inma, dicen que cuando en una familia alguien se marcha alguien llega. Y así fue. Un abrazo.

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  5. He llorado al leer tu carta tan bonita y emocionante.

    Mi madre falleció hace poco y no la puedo olvidar. Su ausencia me ha dejado una gran tristeza y no consigo reponerme.

    Un fuerte abrazo.

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    1. Te acompaño en tu sentimiento, Amalia, gracias por tus palabras y por tu lectura. Saludos

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  6. Emocionante carta. Uno no puede evitar pensar en sus seres queridos al leer esta carta.

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  7. Que carta más buena, madre nada más que hay una....

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