domingo, 21 de diciembre de 2014

Mundo confusión


A este 2014 le queda poca mecha. Agoniza entre compras navideñas a golpe de tarjeta de crédito, luces de leds y los tradicionales villancicos.
Año duro. Año repleto. Año. Uno más, o para muchos de nosotros, ya uno menos. 
Avanza la tierra. Gira cada vez más caliente. Avanza sola en su temperatura. Los polos se derriten como el helado de un niño, mientras lo mira llorando con sus manos chorretosas. Nosotros ni lloramos. Nos sumamos al consumismo calentador comprando e inundando con nuestros coches los centros comerciales de medio mundo. Conozco muchos países a cuyos centros comerciales la gente acude sólo a mirar. No compran por decisión propia, sino porque no tienen dinero para comprar nada. Soy de los que piensan que el ejercicio democrático por excelencia no es el voto, sino la compra. Cuando compramos apoyamos. Cuando no apoyamos nos oponemos. Si aconsejamos un producto marcamos tendencia. Si lo desaconsejamos o lo estigmatizamos lo hundimos. Y deprimimos la ciudad dónde se encuentra su fábrica. Nuestro consumo es definidor. Es juez y parte.
En las navidades somos demócratas de tarjeta Visa. 
Los mundiales del consumo se juegan durante quince días frenéticos de compras. Carreras. Escaleras automáticas. Codazos. Disputas. Aplazamientos. Préstamos. Malas caras. Devoluciones. Cenas. Más cenas. Alguna comida. Cumplimos con todo los rituales con indiscutible obediencia al tradicionalismo. Y ya masificados, desplumados, atiborrados, y cumplidos, tras las correspondientes campanadas, daremos paso a los buenos propósitos. 
El próximo año pienso ofrecer la mejor versión de mí mismo. Iré al gimnasio. Estudiaré inglés. Dejaré de fumar. Leeré un libro al mes. Veré más cine español. Caminaré todos los días cuarenta y cinco minutos. Tomaré más frutas y verduras. Dedicaré más tiempo para estar con mi familia. Me exhibirán en varias publicaciones como modelo del perfecto arrepentido.
El 2015 será un buen año para aprender a sobrevivir en este mundo de la confusión y la apariencia. Quien sea capaz de encontrar el camino correcto que nos vaya dejando unas migajitas de pan para que los demás también seamos capaces de encontrarlo. Se lo vamos a agradecer.

2 comentarios:

  1. Así pasan los días, a fuerza de chocolates y confitería, de regalos para otros y futuros proyectos. Es el único tiempo que los que no tenemos tiempo para comprar en otras fechas, aprovechamos para hacerlo, pero es un cáos, la gente esta irritable.

    Saludos.

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    1. A mi siempre me regalan perfumes, calzoncillos o libros...Y, yo, siempre que puedo, me compro alguna obra de algún artista novel.

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