viernes, 8 de agosto de 2014

¡Benditas vacaciones!


En estos días de asueto estoy que me escribo encima. Mis dedos se lanzan al teclado como un clavadista olímpico desde un trampolín de diez metros. Imparables. Hiperactivos. Desesperados.
Ansioso, rebusco, entre los posos del café mañanero -con restos de galletas de chocolate-, argumentos para historias inverosímiles. Relatos que nacen con la intención de ocupar unos minutos a todo aquel que se atreva a intentar desenmarañarlos. No lo intenten, es imposible. Hasta ni yo mismo, en ocasiones, los llego a comprender.
Son vómitos de inconformismo mezclados con bicarbonato sódico. Enjuagues mentales con restos de agua de piscina y masa gris. Ideas con arena de playa en los pies. Escrituras con protección solar. Pesadillas de siestas sudorosas. Proyectos esquematizados sobre un mantel de papel, en un chiringuito de playa, junto a manchas de aceite de la ensalada y migajas del rebozado de los calamares a la romana.
La cultura es una fiel compañera que no ladra. No estorba. No gasta. No exige. Sólo da.
El verano -las vacaciones- me permiten afinar mis dedos sobre el viejo teclado de mi pc. Mirar con ojos nuevos las mismas cosas. Sacar historias de la bolsa de playa y cocinarlas con energía solar, sin prisas, con mesura, con templanza, con dedicación.
Escribir sobre las vacaciones es algo hermoso. No quiero pensar en su lado efímero. En la cara B del vínilo cuya canción lleva por título "El regreso".
Aún no. Larga vida a las vacaciones. Qué pena que nadie le haya dedicado una estatua, aunque fuera en una rotonda, al que las inventó. A otros, por menos, se las han puesto.

1 comentario:

  1. Si lo estupendo de las vacaciones es poder hacer lo que a uno le apetece " sin prisa" no depender del reloj es fantástico!!!
    No pienses en "the end ", karpen die!!!
    Un abrazo

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