miércoles, 11 de julio de 2012

Días de hospital XXXVII


Hoy ha sido un día incendiario. Mientras que a mi madre ya le quieren mostrar la puerta, pese a que es incapaz de valerse por sí misma ni controlar sus esfínteres, ya nos han lanzado el primer globo sonda de que su salida del hospital esta próxima. Si eso ocurría en el Hospital Morales Meseguer, al mismo tiempo, en el Hospital Reina Sofía, nos han echado literalmente al tío Ramón a la calle. Supongo que todo esto tiene que ver con el cierre programado de no sé cuántas habitaciones, por lo que los pacientes se ven abocados a un destino incierto saliendo de los hospitales estén como estén. ¡Allá las familias! Y con la música a otra parte...
Puede ser que hoy no haya sido un gran día para los funcionarios de la sanidad. Notábamos cierto nerviosismo quizás provocado porque de un tijeretazo el presidente Rajahoy (nuestro adalid de la normalidad) sacando su lengua viperina y díscola, se ha apropiado de sus pagas de navidad y se las ha donado a los banqueros. Los pobres funcionarios están que se tiran de los pelos viendo a su adorado presidente como hace todo lo que decía que no iba a hacer.
De hecho, a subido el IVA tres puntos cuando criticó duramente la anterior gobierno cuando lo subió dos. En aquel momento dijo que subir impuestos bajaría el consumo, por lo tanto, el consumo va a continuar bajando. Si sigue bajando el consumo será imposible que disminuya el desempleo y, con ello, a los funcionarios les seguirán desviando sus pagas extras en beneficio de los bancos.
Afortunadamente el tío Ramón tiene unas sobrinas que valen su peso en oro y ya han buscado soluciones para su delicada e indefensa situación.
Mi madre esta mejor día a día. Con autorización médica vamos a doblarle la fisioterapia para intentar recuperar su movilidad lo antes posible. No es nuestra intención que mi madre esté ni un día más de lo necesario en el hospital, pero creemos que ella debería salir por su pie tal y como yo la dejé en el hospital hace hoy cuatro meses y seis días.
De vez en cuando enfermeros y médicos de la UCI pasan a visitarla y eso, ella, lo agradece mucho.
Mi madre quiere volver a ser la que fue. Le quedan aún muchas coplas que bailar y muchas croquetas que freír.

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