domingo, 13 de mayo de 2012

Días de hospital XXVIII


Esta mañana le he dado un repaso a los números romanos. Son muchos días los que han pasado, y los que quedan, y he necesitado recurrir a la wikipedia para no meter la pata con tan elegante numeración.
Aunque estudié en los Maristas -un colegio de ricos al que me llevaron mis padres, para que fuera un hombre de provecho y no un piltrafilla- el único título que alcancé fue el de paseante de libros, por lo que estoy condenado, de por vida, a ser aprendiz de todo y maestro de nada.
El recurrir a la wikipedia viene al hilo de que mi madre, nuevamente, ha sufrido una recaída. La fiebre ha vuelto a hacer acto de presencia, así que, una nueva oleada infecciosa ha venido a visitarla. 
Cuando intenté ser agente forestal estudié las plagas del bosque y la forma de combatirlas. Recuerdo que una estrategia era dejar algunos árboles caídos para que en ellos se cebaran las plagas y luego prenderles fuego. Al débil le acude todo. El refranero popular se refiere a esto mismo diciendo: A perro flaco son todo pulgas. Mi madre es una diana perfecta para las infecciones y esto nos provoca estupor. 
Durante días ha llevado la vía del cuello sangrándole, pero, al parecer, eso estaba dentro de la normalidad. Nosotros, que no hemos estudiado medicina, ni enfermería, ni hemos hecho cursos de intensivistas, sentíamos temor por el aspecto que estaba adquiriendo la zona del cuello, y hete aquí el resultado.
Supongo, que nuestro papel en esta historia debe ser el mismo que el de mi madre. Aguantar, aguantar y aguantar.
El temor que invade a nuestra madre es nuestro temor y su impotencia nuestra impotencia y nuestra desesperación. Somos una familia en pleno naufragio y el timón de la nave no responde. Hemos perdido el norte y las olas nos golpean. Nos sentimos, más que nunca, en manos del destino. A merced de un océano de olas y oscuridad. No sabemos si la próxima ola que nos acometa será la definitiva.
Siento miedo por lo que me pueda encontrar este mediodía en el hospital. Ayer de nuevo falleció otra persona. La familia lloraba desconsolada y yo miraba perplejo y sin palabras, como si, por momentos, yo también me sintiera traqueostomizado como mi madre.
Recuerdo un comentario que hizo una señora gitana, que iba toda vestida de negro, en la sala de espera: "Con los médicos hay que estar vivos como una culebra",decía.
Como todos estos días atrás, el futuro, para ella y para nosotros, empieza hoy. Ójala que no sea nada, mamá. Nos encomendaremos a Fleming.

1 comentario:

  1. Me conmueve tu texto, tus sentimientos...El miedo es ahí muy palpable, son situaciones de alta vulnerabilidad.
    Comparto contigo la esperanza de un futuro inmediato y bueno para ella y vosotros.
    Besos. María.

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