domingo, 31 de julio de 2011

Quiche Lorraine mon amour







Tengo que reconocer que: cuando en España se hizo popular, en cierto diario de tirada nacional, el Chef Falsarius, me sentí totalmente plagiado.

Luego me he ido dando cuenta, con el paso del tiempo, de que no tengo narices a inventar nada nuevo, pero soy un verdadero artista haciendo sofrito, igual que todos los demás, aunque muchos no lo reconozcan, desde la época de las cavernas hasta nuestros días. Todo lo que hacemos son variaciones, mejoradas o no, de ideas o conceptos que hace miles de años la gente ya esta estaba barruntando.

Cuanto más leo a los clásicos, más entiendo a los modernos, así que, las ideas y sus resultados son como un torbellino increíblemente maravilloso de ida y vuelta.

Mi versión de la quiche francesa es algo así. Me ha dado siempre un resultado fantástico. Este modesto plato para mí representó, sin lugar a dudas, un antes y un después. Pasar del zarangollo murciano a la más chip quiche lorraine, me aupó a la cumbre de la gastronomía doméstica en un plis plas, y con la intención de compartir esos laureles, he decidido hacer pública la receta que, hace bastantes años, me desvelara mi prima Mercedes que vive en la Provenza francesa. Ahí es nada.

La masa de hojaldre se compra hecha. La podemos encontrar en cualquier supermercado que se precie de diferentes marcas. Yo no suelo usar las versiones congeladas, lo que no significa que no se puedan utilizar.

Se coloca dicha masa en un molde, tal y como se aprecia en la fotografía. No se podrán quejar ustedes de lo bien que me ha quedado, a pesar de que casi me abraso metiendo el objetivo en el horno a 200 grados.

Cuando tengamos la masa preparadita en el molde cortaremos rodajitas muy finas de calabacin o berengena (tanto monta, monta tanto) y tomate, y lo colocaremos todo, muy bien, cubriendo perfectamente la base de la quiche.

Después añadimos el beicon, o el salmón ahumado, o el pollo asado que nos sobró de la comida y lo ibamos a tirar a la basura. (Debes elegir un ingrediente de estos tres, o mezclar, porque no, el beicon con el pollo, pero amigos, por favor, no me mezclen el salmón con la carne).

El siguiente punto de la receta (espero que no se enoje mucho mi prima Mercedes por desvelarla) es poner en un bol 200 ml de nata líquida para cocinar y añadirle dos yemas de huevo (solo las yemas sin las claras), con las claras podremos hacer gargaras, para afinar la voz, si es que fuéramos a cantar en el coro de la Parroquía de Santa Quiteria.

Continúo con la receta. No se porque motivo, siempre que me pongo a dar recetas, se me va "la olla".

Como decía, una vez tengamos la nata y las yemas de huevo en el bol, salpimentamos todo, añadiendo el toque fundamental de sabor en este plato: las hierbas provenzales. Batimos muy bien todo y lo depositamos sobre la quiche. Para finalizar ponemos queso rayado del tipo "cuatro quesos" sin miedo. Admite tanto queso rayado como nos de la gana.

Metemos nuestra obra maestra al horno a 200 grados y dejamos que se vaya cociendo. Este momento es ideal para comenzar a preparar la ensalada de lechugas con cebollita tierna, tomate y mostaza de Dijón, y aquí desvelaré otro secreto (por favor prima, no te molestes conmigo) Esta ensalada se empieza al revés, es decir, cogemos una ensaladera honda, añadimos un buen chorrito de aceite de oliva virgen extra, y le ponemos una cucharadita de mostaza de Dijón, lo batimos con un tenedor y cuando ya se ha fundido la mezcla, añadiremos las lechugas y los demás ingredientes removiendo todo bien. Se queda genial esta ensalada rematada con picatostes y unos piñones tostados.

Cuando hayamos terminado de preparar esta deliciosa ensalada francesa, miraremos al horno para ver como sigue nuestra quiche. Es importante tener paciencia para no sacarla cruda, ya que la verdura tiene que desprender toda su agua, y el horno tiene que consumirla, de lo contrario, el pastel nos quedaría aguado y nuestro éxito hecho ciscos.

Paciencia amigos. La quiche está arriba, bien hinchada, dorándose. Aguantamos ahí, sin ponernos nerviosos. Que se dore bien. Que adquiera un tono tostadito y se consuma toda el agua sobrante.

Ahora es el momento de abrir una buena botella de vino rosado provenzal, un Côte de Provence, bien fresquito estaría genial.

Amigos, cómo me gusta el verano. ¡No te enojes conmigo, Mercedes!

Buen Provecho. Bon appétit.

1 comentario:

  1. hummmmm que delicia si sabe como se ve jose hasta la paila me como.

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