domingo, 2 de enero de 2011

Repoblación forestal familiar




Cumplí el primero de mis deseos de este año. No quería que pasará mucho tiempo. El día acompañaba, el suelo estaba húmedo por las lluvias que habían caído estos días atrás. Así que agarré a mis sobrinos, Alba y Antonio y a mi cuñado Josiño y nos fuimos los cuatro al monte a plantarnos un puñado de bellotas que recogí hace un par de meses en el Parque Natural de la Sierra de Cazorla.
Siempre me encantaba involucrar a los niños en las repoblaciones forestales populares que organizaba cuando era dirigente en el extinguido Grupo Ecologista Acción Verde. No se extinguió porque las cosas fueran mal, todo lo contrario, sino que vimos conveniente unir las fuerzas de casi todos los ecologistas en la Región de Murcia, y en una asamblea constituyente celebrada en el Castillo de Lorca, en el salón de la torre La Alfonsina,- en honor al rey Alfonso X El Sabio-, nos integramos en la organización que hoy conocemos como Ecologistas en Acción.
Corrían los años 1989-90-91-92-93 y 94 cuando organizábamos macro plantaciones populares, en las que en ocasiones fletábamos autobuses gratuitos para que la gente se pudiera desplazar hasta la montaña a repoblar. Más allá del hecho de la propia repoblación, lo que pretendíamos era mentalizar a la sociedad sobre la situación de nuestras masas forestales, acercarlos a nuestro movimiento y compartir momentos maravillosos con gente de todas las edades y clases sociales.
En esas campañas populares de repoblación forestal dirigidas técnicamente por el extraordinario e incansable Rubén Vivés Lopez, que es y será uno de los más grandes conocedores y protectores del Bosque Mediterráneo, vivimos momentos maravillosos de anécdotas de todo tipo. Tan solo me voy a tomar la libertad de relatar una de ellas, de la que guardo un muy grato recuerdo.

Habíamos subido al Parque Natural del Valle en Murcia, con un autobús repleto de gente vinculada a la Asociación de Vecinos del barrio murciano de Vista Alegre, incluyendo a su Centro de Mayores. Repoblamos unos cientos de árboles autóctonos, plantamos algunos sacos de bellotas de encina y recogimos basuras de la zona. Se hizo medio día, estábamos recogiendo todo el material, azadones, picazas, sacos, macetas, etc, y cargándolo todo en el autobús. En ese momento me tocaron por atrás y al volverme había un matrimonio de personas mayores que estaban reclamando mi atención. Me apartaron del grupo para comentarme algo que casi se estaba convirtiendo en un misterio.
El matrimonio debería tener más de setenta años. El marido me preguntó:
-Oiga buen hombre, quiero darle las gracias por habernos traído esta mañana a esta jornada tan bonita. Nosotros, como usted comprenderá,  no hemos podido plantar muchos arbolitos, pero hemos plantado estos tres de ahí. ¿Lo hemos hecho bien?
Ya en ese momento estaba emocionándome por la situación, pero conseguí mantener la compostura, a lo que respondí:
-Les voy a decir una cosa, ahora que no nos oyen, los han plantado ustedes con más estilo y delicadeza que nadie. Claro que sí, están muy bien plantaos.
-Y, dígame señor otra cosa, dijo el anciano: ¿Podríamos, mí mujer y yo, subir de vez en cuando a regarlos para que no se nos sequen?
Comprenderán, que ante esa situación, me quedara sin palabras, aunque haciendo un sobreesfuerzo para que las lágrimas no brotaran de mis humedecidos ojos, les dije:
- Creo que eso estaría genial, cuando ustedes quieran, suben y les echan un poquito de agua, que los arbolitos lo agradecerán.
Desde aquel momento tan singular e irrepetible, cada vez que planto un árbol, me acuerdo de aquel matrimonio. Hoy de nuevo, como se puede comprobar, me volvió a pasar.
Mis sobrinos se portaron genial, con una cuchara sopera, hicimos una plantación maravillosa, ellos lo recordarán mucho tiempo y yo cuidaré de las encinas.
La naturaleza y los niños son lo más grande de esta vida.

1 comentario:

  1. Pero lo que los hace grandes jose, son su amor puro y sincero ese que nos permiter tener un suelo que pisar y nos deja disfrutar de la inocencia de los niños en hora buena ojala tuvieramos màs almas emprendedoras como la tuya jose.

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